Comenzado ya el curso y después de un mes de adaptación, en las escuelas infantiles comienzan en las aulas de uno a dos años, sobre todo, los temidos mordiscos entre los niños. Algo que temen tanto los profesores como los propios padres.
Ante todo debemos tener en cuenta que los niños de esta edad aún no saben compartir, por lo tanto, cuando van a la escuela infantil y quieren algo, lo van a coger, si de repente viene otro y se lo quiere quitar, le tira del pelo o le muerde.
Pero realmente, ¿se puede evitar este tipo de comportamiento?
Consejos para evitar mordiscos en las escuelas infantiles
Lo principal es que durante esta etapa se informe a los padres y tutores de los niños de que este tipo de comportamiento es completamente normal, para evitar que salten las alarmas y poder gestionar mejor estas pequeñas riñas entre los niños. Para ello lo mejor es que utilices nuestra agenda electrónica KidsnClouds con su «Rellena rápido las agendas» en tan solo unos minutos podrás escribirles el mismo contenidos a todos los padres.
Dentro de estos contenidos lo ideal es que les comentes los motivos por los que se producen este tipos de comportamientos: por sobreprotección que lleve a la baja tolerancia a la frustración, por exceso de emoción, alegría o cariño, por ausencia del lenguaje oral (y es una forma de comunicarse), por problemas con la dentición (uno de los problemas más comunes), o por pensamiento simplemente egocéntrico como hablábamos antes.
Entonces, ¿cómo corregimos su comportamiento?
Aunque este tipo de conductas son algo normal a la edad de 1 o 2 años, es necesario que se encaucen hacia formas de relación más adecuadas.
La clave definitiva está en corregir estos mordiscos con constancia pero sin dureza, evitando mostrarles modelos agresivos, no se trata de enseñar a «defenderse» al que ha sido mordido.
Por lo tanto, ante un incidente de este tipo, lo primero que deben hacer los educadores o cuidadores dentro de una escuela infantil es atender al niño agredido, calmándole y ofreciéndole seguridad. Y al que ha provocado el altercado, con autoridad pero sin dureza (como decíamos antes), explicarle que lo que ha hecho no está bien, y que mordiendo o arañando, solo hace daño a su compañero, y por supuesto, explicarle que no debe repetirlo.
También hay que evitar etiquetar a los pequeños como los malos, hay que transmitirles que ellos no son malos, si no la conducta que han tenido, ya que al etiquetarlos lo que hacemos es que se identifiquen con ese papel y reforzamos su comportamiento.
Si sigue con esta conducta agresiva, habrá que apartarle del grupo unos minutos al «rincón de pensar» para que se relaje y cuando vuelva pueda seguir con la actividad que estén realizando.
Por todo esto, es importante la autoridad y seguridad en los educadores, que estén claras las normas y los límites en el aula, así antes lo interiorizarán y podrán desarrollar progresivamente habilidades sociales alternativas a la agresión para resolver sus conflictos.
Y vosotros, ¿cómo gestionáis las conductas agresivas?
